El ser humano tiene 2 pilotos: el piloto manual y el automático.
Por un lado, tenemos el piloto manual, que es nuestra parte consiente, donde se ejerce nuestra voluntad, nuestro control ejecutivo.
Aquí es donde realizamos las acciones que deseamos a conciencia, donde tus intenciones cuentan y las haces valer con tu fuerza de voluntad.
Si dices que harás algo en particular, lo haces porque tienes control sobre tus acciones cuando este piloto toma el control.
Sin embargo, y por otro lado, tenemos él piloto automático, nuestro segundo “yo“, y se encarga de tareas cotidianas y repetitivas como nuestros hábitos y que está fuera de nuestro control consiente.
Por ejemplo, si alguna vez te has visto a ti mismo haciendo algo sin pensar, por costumbre, seguramente este “segundo yo” estaba al mando.
Esta dinámica de los 2 pilotos es muy útil, porque el piloto manual es más inteligente, pero se cansa rápido.
Nuestra fuerza de voluntad ocupa muchos recursos mentales, y si todos los días nos preguntáramos que tenemos que hacer, por qué tenemos que hacerlo y como tenemos que hacerlo, seguro acabaríamos agotados las primeras horas del día y la humanidad no sería lo que es hoy.
Pero, por suerte, está este otro piloto automático, que se encarga de tareas más repetitivas y que no se cansa fácil y nos permite realizar tareas de forma simultánea.
Este piloto automatiza tareas para liberar carga mental y permitirle al piloto más inteligente realizar tareas más difíciles o nuevas.
Además, este piloto automático simplifica la toma de decisiones, y nos hacen más eficiente en una actividad. Es la parte de nuestro cerebro que crea atajos mentales y transforma tareas difíciles en algo fácil y familiar.
Ahora bien, aquí es donde surge nuestro problema, y es que, a este piloto automático no le importan tus intenciones actuales.
Mientras que el piloto manual te permite hacer lo que quieres, el piloto automático te hace hacer cosas que quizás no quieres.
Por ejemplo, imagina a personas con malos hábitos o con vicios. Estas personas tienen intenciones de cambiar, pero recaen una y otra vez en esas malas prácticas porque su piloto automático toma el control tarde o temprano.