De apego ansioso a un apego seguro: Consejos
Consejos prácticos y efectivos para transformar un estilo de apego ansioso en un apego seguro.
Descubre los 4 tipos de apego: Apego seguro, apego ansioso, apego evitativo y apego desorganizado.
Aprende a identificar tu estilo de apego y sus características principales.
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El ser humano es social, y como tal, buscamos establecer y mantener vínculos con otras personas. El apego es ese vínculo o lazo emocional y afectivo que surge entre dos personas, y que genera un deseo de permanecer en contacto con ellos.
Ahora bien, existen diferentes formas que tenemos para relacionarnos con otros y crear vínculos, y se conocen como los tipos de apego.
Esta forma de relacionarnos se forma desde nuestra infancia a través de las experiencias con nuestros cuidadores principales.
Aunque muchos no lo sepan, este patrón sigue influyendo en nuestras relaciones adultas, en cómo amamos, cómo pedimos afecto y cómo enfrentamos la cercanía o el conflicto.
Los 4 tipos de apego básicos son él:
Apego seguro
Apego ansioso.
Apego evitativo.
Apego desorganizado.
Comprender tu estilo de apego te ayuda a identificar patrones en tus relaciones para que así puedas trabajar en ellos, consiguiendo así una mejora en tu bienestar emocional.
Además, conocer tu estilo de apego te permitirá conocerte mejor a ti mismo, ya que la forma que tienes para relacionarte con otros habla mucho de ti, tu autoestima y tu sistema de creencias.
En este articulo veremos los 4 tipos de apego, su característica.
Empecemos por el estilo ideal, tu objetivo, el modelo al que debes aspirar: El apego seguro.
Este estilo se caracteriza por la capacidad de interactuar de manera confiada con el entorno y con otras personas. Es considerado el estilo de apego más saludable y equilibrado.
Características de estas personas:
Autoestima sana.
Saben poner y mantener límites sanos.
Confianza al momento de relacionarse con otros.
Puede confiar en sí mismo y los demás.
Puede mantener relaciones sanas y duraderas.
No son dependientes de los demás ni temen al compromiso.
Uso del estilo de comunicación asertivo: Es capaz de expresar sus necesidades, de manera clara y empática, y escuchar a los demás con atención.
El apego seguro no significa perfección. Las personas con este estilo también enfrentan desafíos emocionales y conflictos en sus relaciones, pero la diferencia es que tienen herramientas internas para afrontarlos de forma saludable, sin caer en patrones destructivos.
Según la teoría del apego, en la infancia de estas personas, sus cuidadores primarios fueron capaces de mostrar presencia, interés y atención a sus necesidades, sin ser invasivos o sobreprotectores.
Mostraron su valoración y estima al infante, así como validación emocional, lo que creo más confianza y autoestima.
El niño aprendió que el mundo es un lugar confiable, que sus emociones son válidas y que pueden acudir a otros cuando necesitan apoyo.
Características de estas personas:
Es una persona con baja autoestima y confianza al relacionarse.
El miedo, la ansiedad y la angustia aparecen en la separación o incluso en el posible riesgo de perder el vínculo.
Por esta razón, el apego ansioso se relaciona mucho con la dependencia emocional y miedo al abandono.
Esa angustia a la separación les hace tener una actitud vigilante en la otra persona y su nivel de compromiso, provocando sobrepensamiento y un estado de alerta ante posibles señales que indiquen que se pueda romper la relación.
Estas personas notan las sutilezas, los pequeños cambios en la relación y los sobrepiensan, algo que se hace muy evidente en los celos injustificados.
Otra de las características está en la búsqueda de aprobación externa.
Buscan agradar en exceso, son complacientes y se les dificulta mantener límites sanos, es decir, dificultad para decir “no”, una actitud sumisa.
Una última característica sería el miedo a enfrentar nuevas situaciones o experiencias, en otras palabras, la inseguridad.
Estas personas les gusta quedarse en su zona de confort debido a la baja tolerancia a la incertidumbre y su necesidad de tener todo bajo control.
Este estilo se origina generalmente en una infancia marcada por cuidadores inconsistentes: a veces atentos y afectuosos, y otras veces distantes o emocionalmente indisponibles.
El niño nunca sabe con certeza si será atendido, por lo que desarrolla una actitud de hiperactivación emocional, buscando constantemente atención o aprobación.
El afecto era intermitente, lo cual generaba confusión emocional y ansiedad.
Aprendió que para recibir amor debía esforzarse más, ajustarse o incluso sacrificar sus propias necesidades.
Este tipo de crianza siembra una base emocional inestable, donde el niño asocia el amor con incertidumbre y preocupación. El niño aprende que para sobrevivir debe estar atento, adaptarse y complacer.
Características de estas personas:
Baja inteligencia emocional.
Es decir, dificultad para entender emociones propias y para expresarlas. Dificultad para entender emociones ajenas.
En las peleas, suelen huir de las conversaciones emocionales.
Miedo al compromiso/relaciones íntimas.
Esto se debe a la falsa idea de que el compromiso les hace perder su independencia.
Su razonamiento base es que sin amor no hay dependencia, y sin ese lazo emocional no hay dolor ni decepciones. Valoran la autosuficiencia como una forma de protección ante el dolor emocional.
Debido a esto, les cuesta confiar en otros y conectar a un nivel más profundo y emocional. En otras palabras, les cuesta tener relaciones significativas.
Las personas con apego evitativo no es que no quieran amar, sino que no saben cómo hacerlo sin sentirse vulnerables.
Este patrón de apego suele formarse en una infancia donde los cuidadores fueron emocionalmente distantes o fríos, aunque tal vez cubrieron las necesidades básicas.
Los padres o cuidadores no respondían adecuadamente a las señales de afecto o necesidad del niño.
El mensaje no verbal fue: “No está bien expresar emociones” o “No esperes consuelo cuando te sientas mal”.
En otras palabras, poca validación emocional.
Como resultado, el niño aprendió a reprimir sus emociones para no sentirse rechazado, y desarrolló una especie de autoindependencia emocional como estrategia de supervivencia.
Necesidad de ser autosuficiente y distante para sobrevivir.
Este ambiente refuerza la idea de que confiar en otros es riesgoso, y que depender de alguien emocionalmente es sinónimo de dolor.
El apego desorganizado es el más complejo de los estilos de apego. Combina características del apego ansioso (busco cercanía) y del apego evitativo (temo la intimidad), generando un patrón altamente contradictorio.
Características de estas personas:
Su dinámica de relacionarse suele ser conflictiva: Hay deseo de cercanía, pero miedo a ser lastimado. A veces parece que te quieren y luego parece que te odian.
Este miedo al rechazo y miedo al compromiso genera un tira y afloja que desgasta sus relaciones.
Patrón amor-odio en las relaciones: idealizan a su pareja, pero al mismo tiempo se distancian o generan conflictos para protegerse.
Es como si desearan abrazar a un cactus.
Primero se sienten mal porque desean abrazarlo y no lo hacen.
Luego, cuando por fin deciden abrazarlo, sienten el dolor e incomodidad de sus pinchos.
En las características de su faceta evitativa tenemos:
Miedo al rechazo, a relacionarse y a la intimidad: Un mecanismo de defensa basado en el aislamiento.
Dificultad para identificar y regular emociones.
Fuertes explosiones emocionales mezcladas con periodos de aislamiento o frialdad.
Dificultad para confiar en los demás.
Por otro lado, de las características del apego ansioso tenemos:
Ansiedad y baja autoestima.
Dificultad para establecer limites o cumplirlos.
Según la teoría del apego, la infancia de estas personas está relacionada con contextos familiares donde los cuidadores fueron fuente de miedo o trauma:
Infancia con alto grado de conflicto, abuso físico/emocional o negligencia.
Los cuidadores eran amorosos, pero también impredecibles o incluso peligrosos.
El niño aprendió un mensaje confuso: “Quien debería protegerme también puede dañarme”.
Esta contradicción crea un sistema de apego fragmentado, donde la persona no sabe cómo regular sus emociones ni confiar de forma estable en los demás.
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El estilo de apego se forma en la infancia según el vínculo emocional con nuestros cuidadores, y tiene un impacto directo en cómo nos relacionamos en la adultez.
Existen 4 estilos principales de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado.
El apego seguro se basa en la confianza, la estabilidad emocional y la capacidad de amar con libertad sin temor al abandono.
El apego ansioso se caracteriza por el miedo constante a perder a la pareja, necesidad de aprobación y alta sensibilidad al rechazo.
El apego evitativo se manifiesta en personas que evitan la intimidad, son autosuficientes en exceso y temen depender emocionalmente.
El apego desorganizado mezcla características del ansioso y el evitativo, generando relaciones caóticas, intensas y contradictorias, muchas veces asociadas a traumas de infancia.